Monday, September 14, 2009

El poeta en su calvario

No puedo escribir hoy de otro tema que de las tribulaciones por las que está pasando mi amigo, el poeta Luis Felipe Rojas allá en su pueblo de San Germán, en el oriente de Cuba.
Desde hace algunos años, Luis Felipe comparte su pasión por la literatura con la difícil labor de denuncia de los atropellos que contra los derechos civiles y el ejercicio de la libertad de expresión se cometen a diario en Cuba. Lo hace a través de su blog alojado en Cubaencuentro y también por Radio Martí y otras emisoras y sitios digitales en el extranjero.
Debido a ello, actualmente su vida y la de su familia es lo más parecido a un infierno, con continuas detenciones, golpizas, amenazas, actos de repudio ante su casa, registros, confiscaciones de libros y artículos diversos, violaciones de su privacidad y hasta lanzamientos de piedras y otros objetos contra la habitación donde duerme con su esposa Exilda y sus dos pequeños hijos, Malcolm y Brenda.
Conocí a Luis Felipe en la beca de la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, donde él comenzó sus estudios inconclusos de Filología a mediados de los años noventas. Yo estudiaba Periodismo y por las noches tertuliábamos siempre entre tragos del peor ron que se pueda concebir y vasos de té y agua de azúcar. Venía del Pre militar y creo que por ello lo mirábamos con cierta desconfianza, como si se tratara de un intruso entre nosotros, que nos creíamos los elegidos por los dioses díscolos de la literatura.
Lo cierto es que fue el primero que se apareció con un bloc casi completamente lleno de poemas, que naturalmente fue descuartizado entre todos, aprendices de poetas con sobradas ínfulas de críticos en ciernes. En realidad reaccionábamos de esa manera ante el sordo mazazo que nos había dado al trabajar sus poemas en la sombra, mientras nosotros dilapidábamos el tiempo en discusiones tontas sobre la naturaleza del arte y el futuro de la poesía. Por eso la mirada del poeta con su gastado bloc bajo el brazo era inquisitiva: ¿y los poemas de ustedes dónde están?
Un día visité la cuartería donde vivía con su madre y un hermano, en las peores condiciones que pueda uno imaginar. Allí transcurrieron sus años universitarios, mitad en Santiago y mitad en La Habana, donde por alguna razón no pudo graduarse nunca. Luego su madre logró con gran esfuerzo construir una vivienda de las llamadas “de bajo costo”, pero para ese entonces ya Luis Felipe estaba cerca de publicar su primer libro Secretos del monje Louis y trabajaba como instructor de teatro en su localidad.
Forjamos una gran amistad que dura hasta hoy. Compartimos muchos momentos inolvidables, como el arduo proyecto de la revista Bifronte, asesinada tras dos números por la acción mancomunada de la policía política y el nuevo Obispo de la Diócesis de Holguín. Siempre admiré su honestidad, pero ahora reparo especialmente en su estatura moral, en la fuerza de sus principios, en el valor que le da a lo que hace en medio de un entorno tan represivo.
Desde aquí le deseo que ese calvario suyo y el de tantos cubanos que han elegido el camino de la liberación personal por medio de la oposición pacífica y la denuncia de las violaciones de los derechos humanos, pueda concluir pronto con el desmantelamiento del viejo régimen y la necesaria apertura democrática en la Isla. De no ser así, sólo le quedará el camino del exilio, donde lo recibiremos como al más esperado de los hermanos que regresa tras una gran batalla.

4 comments:

  1. Muy bien dicho. Solidaridad con el poeta, talento sin limites.

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  2. Libertad para Luis Felipe.
    Libertad para cuba. Solidaridad con los libres en la Isla Cárcel.

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